Alejandro Otero
Lacas (Ducos)
DespuĆ©s de trabajar durante cinco aƱos en varios proyectos aplicados a la arquitectura Otero retorna a la pintura, reconduciendo al espacio domĆ©stico las investigaciones que desplegaba a escala urbana. Ha asimilado y transformado el legado de las Vanguardias y su comprensión del vĆnculo entre espacio, forma, color y composición rĆtmica para producir una geometrĆa latinoamericana, mĆ”s emparentada a la intrincada realidad del trópico que al racionalismo europeo. Los primeros tanteos en este sentido se expresan en las Horizontales activas, todavĆa subsidiarias del muralismo pero significativas como traslación de los problemas abordados en la arquitectura al espacio pictórico.
Esta idea se formaliza sin duda con los Coloritmos, una serie de obras realizadas con una pintura industrial de rĆ”pido secado conocida como duco, aplicada con aerógrafo sobre un tablón de madera lisa en las que los campos de color flotan sobre un fondo blanco, contenidos detrĆ”s de una estructura de lĆneas paralelas que atraviesan el plano. De los primeros ejemplares de composición abierta y libre, paulatinamente los campos de color se irĆ”n alargando hasta acoplarse dentro del enrejado en forma mucho mĆ”s compleja, hasta borrar cualquier distinción entre fondo y figura, convirtiendo el color en la propia estructura.
Una vez culminada la serie, Otero se aleja de estos materiales y de la pintura en general para dedicarse a la realización de obras objetuales y esculturas, siendo casi tres lustros mÔs tarde cuando retoma el formato y los materiales para realizar un nuevo grupo de obras que continúan y concluyen el desarrollo conceptual de su pintura. Son los Tablones, de formato similar a los Coloritmos en los que el color ya no estÔ sujeto dentro una estructura de contención, sino que se presenta en el espacio libre aunque ordenado en estructuras ortogonales; estos son según palabras de Otero anotaciones de la luz tal como se percibe sobre las estructuras metÔlicas de sus esculturas, transcrita al lenguaje pictórico.
Casi al final de su vida decide llevar a la pintura los Ortogonales, a fin de preservar esa serie de frÔgiles collages con los que interpretó los preceptos de la pintura de Piet Mondrian. En estos entrecruza bandas de colores de manera vertical y horizontal para lograr estructuras modulares en cuya dinÔmica interacción se asoma una posibilidad de espacio mÔs allÔ de lo bidimensional, indagación que exploró en la pintura y sobre todo en la escultura.